Se
acabaron las fiestas. Este momento lo marca la llegada de los Reyes Magos
dejando sus regalos, y los dueños de estos regalos inundando los contenedores
de basura con los restos, que normalmente son cajas exageradamente grandes de
juguetes que luego no son tan grandes como nos hacía creer su embalaje.
Hace unos años salíamos a la
calle y veíamos a los niños estrenando sus bicicletas, balones o patinetes,
entre otros juguetes, y también veíamos los contenedores llenos, pero menos.
Ahora, en cuanto salimos a la calle y vemos los contenedores, vemos una imagen
parecida a cuando los servicios de recogida de basuras llevan varios días en
huelga, con la ventaja de que las cajas no huelen. ¿Los niños? Alguno estará en
la calle por equivocación, pero la mayoría están en casa jugando con sus nuevas
videoconsolas, aunque eso es otro debate.
Niños jugando en la calle, esa cosa del pasado |
Volvamos
al tema que nos ocupa, que son los residuos. Cualquier producto, sea cual sea,
está excesivamente embalado, desde los juguetes, los aparatos electrónicos o
los alimentos, siendo este último caso muy llamativo. En el post anterior, en el que
dábamos una lista de recomendaciones que podríamos incluir en nuestra lista de
propósitos para el año recién estrenado para ser más respetuosos con el medio
ambiente, uno de los consejos era evitar productos excesivamente envasados, y
siempre que fuera posible, comprar a granel.
Todo lo que compremos fuera de un
mercado tradicional, es decir, cualquier supermercado o hipermercado, va a venir
empaquetado individualmente o por peso: la carne o el pescado, la fruta o las
verduras, pero lo que se lleva el premio al embalaje excesivo es la bollería
industrial. Para un producto he llegado a ver hasta cuatro envases: la caja
exterior, una bolsa de plástico en la que vienen cuatro o cinco bollos, esos
bollos, colocados en una bandeja, también de plástico, pero además empaquetados
individualmente.
De momento lo venden en paquetes
de 1 kg, pero como sigamos así nos lo venderán envuelto grano a grano
|
Es un caso un poco extremo, pero
real. Aun así, lo normal en estos productos es mínimo dos embalajes: el
exterior, de cartón o plástico, y envases individuales. En muchos casos se
añade la bandeja de plástico para que todo esté perfectamente ordenado, lo que
hace que para un producto se utilicen tres envases distintos.
A estos dos o tres envases, que
son los que ve el consumidor, hay que añadirles los embalajes en los que son
transportados, que deben suponer al menos cajas medianas para meter varios
paquetes, e incluso cajas grandes para meter esas cajas medianas.
No obstante, en los últimos años
las empresas han realizado un esfuerzo (por convicción, o simplemente por
normativa) reduciendo el número de envases y embalajes que lleva un producto, y
reduciendo también el peso de los envases, lo que ahorra muchos recursos.
Contenedor colapsado |
Aun así, entre todos debemos
hacer un esfuerzo para reducir los residuos, no sólo de envases, para evitar
ver imágenes como la de arriba, que son más habituales de lo que pensamos, ya
que se producen cada vez más a menudo, y no únicamente el día de Reyes o cuando
hay huelga.
En futuras publicaciones hablaremos
con más detalle sobre los residuos que generamos y en qué cantidad.
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